"Para Leer al Pato Donald"


"Para leer al Pato Donald" es una obra del pensamiento antiimperialista latinoamericano. Publicado en 1972 en Chile, durante el gobierno de Salvador Allende, este libro de Ariel Dorfman y Armand Mattelart se convirtió en un referente importante en el campo de la teoría de la comunicación y el análisis cultural. Su objetivo es exponer los mecanismos de adoctrinamiento ideológico que operan en las historietas de Disney y su función en la reproducción de estructuras de dominación y dependencia en los países latinoamericanos.

El libro surge en un período de profunda agitación política en América Latina. Durante la Guerra Fría, la región se convirtió en un campo de batalla ideológico entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Las políticas intervencionistas de Estados Unidos promovieron dictaduras militares bajo la excusa de combatir el comunismo, dando lugar al Plan Cóndor y otras formas de injerencia extranjera (Marchesi, 2017).

En este contexto, "Para leer al Pato Donald" se erige como una de las últimas grandes denuncias intelectuales contra la influencia estadounidense antes de la llegada de los regímenes autoritarios en la región. La obra denuncia la manera en que los medios de comunicación y la cultura de masas fueron utilizados como herramientas de dominación ideológica (Berone, 2007). Mediante esta crítica, Dorfman y Mattelart evidencian cómo los cómics de Disney transmiten valores que refuerzan la desigualdad social y la sumisión a un orden jerárquico establecido. Se analizan elementos como la perpetuación de estereotipos de género, la construcción de la figura del "buen salvaje" y la justificación del neocolonialismo benévolo a través de la narrativa infantil.

El análisis de Dorfman y Mattelart parte de la premisa de que los medios de comunicación de masas, incluyendo las historietas. En el caso de Disney, se observa una estrategia sutil pero efectiva de inculcación de valores favorables al imperialismo. A través de personajes simpáticos y narrativas aparentemente inofensivas, las historietas de Disney naturalizan la competitividad, la jerarquía social y la sumisión de los sectores dominados.

Uno de los aspectos más destacados de Dorfman y Mattelart es la división de roles entre los personajes: los de "arriba" son los dominantes, quienes imponen su voluntad con amenazas y coerciones, mientras que los de "abajo" deben aceptar su destino con obediencia y disciplina. De esta manera, se refuerza una estructura social basada en la desigualdad.

Por otro lado, la crítica de Dorfman y Mattelart también aborda la representación de la mujer en las historietas de Disney. Señalan cómo los personajes femeninos están relegados a roles tradicionales y subordinados. Las mujeres en Disney cumplen funciones domésticas o están definidas por su relación con un pretendiente. Las opciones femeninas en estas narrativas se reducen a dos arquetipos: la mujer pasiva y sumisa, representada como un modelo de virtud y belleza, o la mujer perversa y manipuladora, quien utiliza su astucia para obtener poder. Esta perspectiva refuerza la relación de dominación entre géneros y limita las posibilidades de emancipación de la mujer.

Así mismo, otro de los aspectos importantes en el análisis de Dorfman y Mattelart es la construcción del "neocolonialismo benévolo". Según esta lógica, los países desarrollados no se presentan como explotadores directos, sino como benefactores que supuestamente ayudan a los pueblos subdesarrollados a mejorar sus condiciones de vida. Esta narrativa oculta la realidad de la explotación y la dependencia económica.

En el universo de Disney, el "tesoro" se convierte en el símbolo central de su narrativa, representando la recompensa máxima que los personajes persiguen incansablemente. Esta búsqueda los lleva a recorrer paisajes exóticos y remotos, como selvas, desiertos, destacando una visión la riqueza y el éxito del mundo dependen de la capacidad de encontrar y apropiarse de un bien oculto (Berone, 2007).  Lo interesante de esta representación es que el tesoro no es el resultado de un proceso de producción o trabajo, sino un objeto escondido. Su valor no proviene del esfuerzo colectivo ni del mérito social, sino de la astucia individual.

En este sentido, Disney refuerza la idea de que el éxito es una cuestión de ingenio y perseverancia personal, sin cuestionar las estructuras económicas o sociales que determinan el acceso a la riqueza (Dorfman & Mattelart, 1972). Este concepto también representa una visión encubierta de la naturaleza como guardiana de riquezas inexploradas, listas para ser reclamadas por quienes "las merezcan". Sin embargo, esta perspectiva oculta las implicaciones coloniales y capitalistas del acto de apropiación, donde lo que es presentado como una aventura heroica puede interpretarse como una justificación simbólica del saqueo y la explotación de recursos en territorios ajenos (Berone, 2007).

Otro elemento clave en la crítica de los autores es la representación de los países subdesarrollados en las historietas de Disney. Se observa la perpetuación del mito del "buen salvaje", una figura que representa a los pueblos sometidos como infantiles e incapaces de gobernarse por sí mismos.

En estas narrativas, los pueblos subdesarrollados son mostrados como sociedades estancadas, sin posibilidad de progreso a menos que sean guiadas por los países desarrollados (Berone, 2007). Esta perspectiva justifica la explotación económica y la dependencia estructural de los países del Tercer Mundo frente a las potencias occidentales. La compañía Disney, bajo una metodología infantilista y envuelta en la representación de la animalidad y el "buen salvaje", tenía propósitos políticos alineados con la expansión del imperialismo norteamericano.

La burguesía, para justificar su preponderancia y situación de privilegio, estableció una dicotomía en la sociedad: por un lado, los campesinos naturales, ingenuos y no peligrosos, y por otro, el sector urbano, caracterizado como amenazante, calculador y vicioso (Marchesi, 2017).

Las historietas de Disney, en este sentido, también cumplen una función ideológica al construir la figura del villano. Se establece una distinción entre los dominadores "buenos" (aquellos que justifican su poder a través del altruismo) y los dominadores "malos" (quienes no sienten la necesidad de justificar su posición). De esta forma, la explotación imperialista se encubre bajo una apariencia de justicia y moralidad (Berone, 2007).

Finalmente, "Para leer al Pato Donald" sigue siendo una obra fundamental para el análisis crítico de los medios de comunicación y la cultura popular. Dorfman y Mattelart logran demostrar cómo las historietas de Disney funcionan como un instrumento de dominación ideológica, reforzando valores de sumisión, jerarquía social y dependencia económica. El libro invita a reflexionar sobre la influencia de los medios en la construcción de nuestras percepciones y valores, así como sobre la necesidad de desarrollar una mirada crítica hacia la cultura de masas, donde las narrativas de los medios siguen moldeando el pensamiento colectivo.

 

Bibliografía:

Dorfman, A., & Mattelart, A. (1971). Para leer al Pato Donald: Comunicación de masa y colonialismo. Siglo XXI Editores.

Marchesi, A. (2017). Escribiendo la Guerra Fría latinoamericana: entre el Sur “local” y el Norte “global.” Estudos Históricos (Rio De Janeiro), 30(60), 187–202. https://doi.org/10.1590/s2178-14942017000100010

Berone, L. R. (2007). La semiótica en cuestión, o sobre cómo leer al Pato Donald. In Presentado en VII Congreso Nacional y II Congreso Internacional de la Asociación Argentina de Semiótica, Rosario. Recuperado de https://historietasargentinas. files. wordpress. com/2008/09/lasemioticaencuestion-comoleeralpatodonald. pdf.

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