Necropolítica
Gobernar la muerte: una lectura crítica de Necropolítica de Achille Mbembe
Introducción
En
el marco de las transformaciones del poder en la modernidad tardía, Achille
Mbembe propone una crítica radical a los límites de la biopolítica foucaultiana
mediante el concepto de necropolítica. En su ensayo Necropolítica
(2011), el autor plantea que el poder contemporáneo no se ejerce
únicamente sobre la vida, sino de forma creciente a través de la capacidad de
decidir sobre la muerte. Esta lógica necropolítica revela una continuidad entre
el colonialismo, la violencia racial y las formas neoliberales de
gobierno. El presente ensayo examina las tesis centrales de Mbembe,
contextualizándolas en diálogo con Michel Foucault, Giorgio Agamben y Frantz
Fanon, para mostrar cómo el dominio de la muerte se configura como el horizonte
político de nuestro tiempo.
La
muerte como forma de gobierno: más allá de Foucault
Michel
Foucault desarrolló el concepto de biopolítica para referirse a los
mecanismos mediante los cuales el poder moderno produce, regula y optimiza la
vida de las poblaciones. Sin embargo, Mbembe (2011) considera
insuficiente esta categoría para explicar los regímenes donde el objetivo no es
cuidar la vida, sino administrar la muerte. En este sentido, introduce la necropolítica
como el poder soberano de decidir quién puede vivir y quién debe morir. La soberanía
es ejercer el control sobre la mortalidad y definición de la vida como manifestación
del poder.
Este
desplazamiento conceptual se basa en la constatación de que, en múltiples
contextos históricos y geográficos, especialmente en el Sur Global, el poder no
se ejerce para proteger vidas, sino para someter cuerpos a la violencia, la
expulsión y el exterminio. A diferencia de la biopolítica foucaultiana, que
presupone una cierta racionalidad estatal en el control de la vida, la
necropolítica evidencia que hay vidas que no merecen ser vividas y cuya
eliminación no solo es permitida, sino organizada.
Soberanía
y estado de excepción: de Schmitt a Agamben
Mbembe
articula su propuesta teórica con la noción de soberanía desarrollada por Carl
Schmitt, quien definió al soberano como aquel que decide sobre el estado de
excepción. En este sentido, Giorgio Agamben (1998) profundiza el análisis al
plantear que el homo sacer —la vida que puede ser matada pero no sacrificada—
es el fundamento de la soberanía moderna. Para Agamben, la excepción se ha
convertido en la regla, y vastas poblaciones viven en zonas de indistinción
entre el derecho y la violencia.
Mbembe
(2011) retoma esta idea y la extiende, señalando que, en contextos como el
colonialismo, la ocupación militar o las zonas de guerra, la soberanía no es
solo la suspensión del derecho, sino su transformación en máquina de muerte. La
excepción no es un accidente, sino la norma estructural del orden global. La
vida de los pueblos colonizados, de los migrantes, de los cuerpos racializados,
queda atrapada en un espacio sin protección jurídica ni valor humano, lo que
Fanon (2009) ya denunciaba como una zona de no-ser.
El
colonialismo como matriz necropolítica
Uno
de los aportes más significativos de Mbembe es mostrar que la necropolítica
tiene una genealogía colonial. En los imperios europeos, los territorios
colonizados fueron convertidos en campos de experimentación para nuevas formas
de violencia soberana. Allí se instauraron regímenes donde la ley podía ser
suspendida a voluntad, y la vida de los colonizados fue considerada
descartable.
La
experiencia del colonialismo, señala Mbembe (2011), no fue una excepción
histórica, sino la matriz de las tecnologías de poder contemporáneas. La
racialización de la vida —es decir, su clasificación jerárquica según criterios
de valor humano— permite que ciertas poblaciones sean condenadas a morir o a
sobrevivir en condiciones de muerte lenta: campos de refugiados, guetos
urbanos, cárceles, fronteras militarizadas.
Palestina
y el cuerpo como territorio de guerra
Un
ejemplo paradigmático del pensamiento necropolítico es el análisis que Mbembe
hace del conflicto israelí-palestino. Para él, Palestina funciona como una
“zona de muerte” donde los cuerpos palestinos están sometidos a una violencia
sistemática, tecnológica y racializada. El territorio se fragmenta en enclaves
controlados, y el espacio vital es sustituido por un espacio letal.
En
este contexto, el cuerpo humano deviene el último bastión político. Mbembe
(2011) analiza la figura del mártir —el combatiente suicida— como un intento
desesperado de reapropiarse del poder de la muerte. No se trata de glorificar
la violencia, sino de entender que, en situaciones de desposesión total,
incluso la muerte puede convertirse en una forma de resistencia política. Fanon
(2009) ya había planteado que, en los contextos coloniales, el colonizado solo
puede recuperar su humanidad a través de la violencia.
El
gobierno privado indirecto: necropolítica neoliberal
En
el segundo ensayo del libro, Sobre el gobierno privado indirecto, Mbembe
(2011) analiza las formas de gobierno que emergen en África tras las reformas
neoliberales. El Estado se fragmenta y cede el poder a actores privados:
corporaciones, ONGs, mafias, organismos internacionales. Se configura así una
soberanía descentralizada, donde la vida de las poblaciones queda a merced de
lógicas mercantiles, securitarias o extractivistas.
Este
modelo recuerda al colonialismo indirecto británico, donde el poder se ejercía
a través de jefaturas locales cooptadas. Hoy, la soberanía se subcontrata a
entidades que no rinden cuentas ante los ciudadanos. Esta fragmentación impide
toda posibilidad de organización política colectiva y sumerge a las poblaciones
en un estado de abandono permanente.
Conclusión
La
propuesta de Achille Mbembe no solo amplía los horizontes de la teoría política
contemporánea, sino que los desestabiliza desde una perspectiva situada,
radical y decolonial. Al nombrar la necropolítica, revela que la muerte
no es un residuo del pasado, sino el núcleo de muchas formas actuales de poder.
Desde Palestina hasta África, desde los campos de refugiados hasta las
fronteras de Europa y América, el mundo está atravesado por regímenes que
deciden quién puede vivir y quién debe morir. Comprender estos mecanismos no es
solo una tarea académica, sino una urgencia ética y política para imaginar
formas más justas de habitar el mundo.
Referencias
Agamben,
G. (1998). Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida. Pre-Textos.
Fanon,
F. (2009). Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica.
Foucault,
M. (2004). Defender la sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976).
Fondo de Cultura Económica.
Mbembe,
A. (2011). Necropolítica (E. Falomir Archambault, Trad.). Melusina.
Schmitt,
C. (2009). Teología política. Trotta.
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